Nuestra búsqueda ciega de la felicidad, muchas veces no nos deja ver que la felicidad es mucho más sencilla y fácil de encontrar de lo que nos parece, el solo hecho de que pensemos que la felicidad es inalcanzable o este lejos, hace que así lo sea, impidiendo que veamos que esta más cerca de nosotros de lo que pensamos. Encontrar la felicidad no es una cuestión de buscar, sino de sentir que todo lo que nos rodea es una bendición.
La poca valoración y el poco interés que tenemos por lo que nos rodea, nos lleva a una infelicidad segura, porque no somos capaces de captar la intensidad y energía de las cosas simples, todo eso que siempre estará en nuestro alrededor, porque es la vida misma.
El primer paso que tenemos que dar para acercarnos a la felicidad, es dejar de ver a esa felicidad como algo tan lejano, para comenzar a buscarla en las cosas más sencillas de nuestra vida, de lo que se trata es de que abramos los sentidos a todas esas cosas cotidianas que tanto nos aburrían, porque no eramos capaces de ver su belleza.
Debemos de buscar la forma de abrir nuestro cuerpo y mente a la vida que nos rodea, hasta el punto de sentir todo ese flujo de energía entrar en nuestro interior.
Quizás no sea fácil al principio abrirse a lo que llevamos tanto tiempo ignorando, pero es más una cuestión de dejarse llevar que de pretender hacer una acción, ya que nuestra naturaleza es fluir con lo que nos rodea, siendo así felices.
Si comenzamos a abrirnos a lo más cotidiano, veremos que nada estábamos buscando tan ansiosamente, nada que no nos pudiera mostrar tosas esas cosas sencillas que solamente necesitan ser miradas por nuestro corazón para que se conviertan en nuestro resplandor.
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