Cuando tenemos un problema en nuestras narices, tenemos dos caminos, el camino del desanimo o el camino de la solución, pero por una extraña razón la mayoría de personas toman el camino del desanimo, y eso ocurre porque para la mayoría de personas los problemas no son algo natural. Pero la realidad es que los problemas pertenecen a el flujo de nuestra vida y a nuestra evolución personal. Para poder afrontar los problemas, tenemos que comenzar a dejar de pelearnos con ellos, para pasar a familiarizarnos con ellos.
En el momento que comencemos a ver a los problemas cotidianos como simples lecciones que van viniendo a nuestra vida, en ese momento esos problemas dejaran de aplastarnos para comenzar a enriquecernos.
No es fácil del día a la mañana familiarizarse con la llegada de problemas, pero si somos capaces de dar el primer paso, daremos el segundo y el tercero, y el primer paso es tener la total creencia y convicción de que un problema tiene la gran capacidad de aportarnos beneficios.
Un problema no es solamente una lección de la vida, sino que es algo que hace que activemos todo eso que esta muerto en nuestro interior, todo ese talento, ingenio y fortaleza comienza a trabajar a nuestro favor para buscar una solución, y nos recuerda y da conciencia de que nuestras fuentes internas pueden no tener limite.
Las personas siempre buscamos los tesoros y recursos fuera de nosotros y muchas veces en la propia superficialidad, eso hace olvidarnos de toda esa creatividad interna que es capaz de hacer milagros, y son precisamente esos problemas y dificultades la oportunidad perfecta para bucear en nuestro interior en busca de esos enigmáticos tesoros que pueden hacer mejorar nuestro exterior.
Un problema deja de ser problema, en el momento que somos capaces de acogerlo en nuestra vida, como una pequeña bendición que nos muestra que estamos vivos, porque estamos afrontando la vida lo mejor que podemos.
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